Finanzas

Cómo elegir la deuda adecuada para mi empresa

Con el auge de las fintech es posible solicitar servicios financieros desde canales digitales

Capital de trabajo, nómina, compra de maquinaria, crecimiento… todas las empresas tienen razones para buscar préstamos vía deuda y al iniciar cualquier proceso de financiación hay una pregunta importantísima que cada empresario debe resolver ¿Cuál es el mejor tipo de deuda para mi empresa? ¿Corto o largo plazo? Este artículo tiene intención de darte herramientas para responder esta pregunta, de acuerdo a las especificidades y necesidades de tu compañía.

Lo primero que debes saber es ¿qué son los préstamos a corto y largo plazo?

¿Qué es un  préstamo a corto plazo?

Los préstamos a corto plazo están diseñados para satisfacer necesidades de financiación inmediatas. Si una pyme tiene una demanda inesperada o quiere aprovechar una nueva oportunidad de negocio que no le da ninguna posibilidad temporal, un préstamo a corto plazo podría proporcionarle una financiación rápida y flexible. Estos préstamos generalmente son ofrecidos por bancas de financiación alternativa como es el caso de Sempli, que exige unos requisitos menos restrictivos que los bancos tradicionales.

¿Qué es un préstamo a largo plazo?

Los préstamos a largo plazo son una opción de financiación proporcionada, generalmente, por los prestamistas tradicionales y tienes como objetivo financiar procesos de expansión futura que cubren períodos de crecimiento de muchos años. Este préstamos en ocasiones implica términos de reembolso de varios años y a menudo incluyen requisitos adicionales como garantías o límites a la cantidad de financiación adicional que una empresa puede tener más tarde.

¿Cómo elegir el préstamo correcto para tu empresa?

La elección del préstamo correcto depende siempre de las necesidades de tu empresa, por eso trataremos de mostrar qué es lo que comúnmente sucede y cuales son las soluciones más adecuadas en esos casos determinados. Parece muy básico e incluso tonto, pero un gran error es financiar usos de largo plazo con fuente de corto y mediano plazo.

Es frecuente, que una empresa necesite comprar maquinaria de producción de alto costo, digamos 500 mil dólares por una máquina que podrá ser utilizada de 7 a 10 años. En ese caso se  debería buscar una fuente de financiación que se acomode por lo menos a unos términos de financiación de largo plazo, es decir, al menos cinco años o como mínimo 36 meses, ya que si el período de amortización es mayor las cuotas de pago serán mucho más altas.

Lo que la empresa necesitaría al comprar la maquinaria sería un proceso de largo plazo para que esta entre en funcionamiento y arroje el mejoramiento de algunos procesos: más producción en menos tiempo, más ventas y por ende la posibilidad de poder pagar el préstamo.

El ejemplo contrario se da cuando una empresa necesita recursos para capital de trabajo. Allí la mejor opción es acudir a un préstamo de corto plazo y la manera adecuada de fondear esos recursos será con la misma generación interna de la empresa, que debería ser la fuente principal de fondeo de las necesidades de corto plazo, pues eso demuestra  que la empresa es eficiente, que los ciclos de operación son cortos y la administración y la compañía, como tal, tienen la capacidad de concretar flujos importantes de dinero para reinvertirlos y seguir creciendo en la operación.

Es normal que en un 80 o 90% de las empresas la generación interna de fondos de la compañía no alcance para financiar la totalidad de las necesidades de corto plazo o capital de trabajo que una empresa en crecimiento tiene  y es ahí cuando los empresarios se ven en la necesidad de buscar fuentes de financiación adicionales.

Créditos de tesorería, sobregiros, tarjetas de crédito… y, en general, las fuentes de financiación del sector tradicional aparecen en el radar de los empresarios con tasas de interés altísimas, pues los bancos saben de antemano que las empresas los necesitan en el momento justo. La tarjeta de crédito puede cobrar hasta la tasa de usura, que normalmente está entre el 28% y el 30% anual (2.3 – 2.5 mensual)  y  los  créditos de tesorería y sobregiros nunca son menores del 1.8% – 1.9% mensual. A pesar de esto los empresarios se ven  obligados a tomarlas porque son recursos de muy corto plazo y que los necesitan de manera urgente.

De ahí la necesidad de que las empresas estén obligadas a prepararse y planearse con la ayuda de ejercicios presupuestales de ciclos cortos, ojalá bimestrales, que las lleven a revisar el espectro de un año. Las administraciones antes de empezar un año deberían de tener listas sus fuentes de fondeo de capital de trabajo, lo que quiere decir:

  • Tener muy bien los presupuestos
  • Identificar en que momento y bajo que circunstancia la compañía puede necesitar recursos adicionales que le ayuden a apalancarse,  a financiar el capital de trabajo y que cuando esto suceda tengan certezas sobre de dónde van a salir estos recursos, porque normalmente los recursos de corto plazo no son financiados con los recursos de los accionistas, no es correcto llamar a los accionistas para comprar mercancía o para comprar inventarios o para bajar cupos con proveedores. Se le pide a los accionistas para hacer inversiones de largo plazo, para hacer adecuaciones, para compras de maquinaria, no necesariamente para  suplir las necesidades del día a día  que deberían ser, casi en su totalidad, suplidas por  la generación interna de caja.
  • Tener alternativas de financiación muy avanzadas (créditos comerciales, créditos de estrategia comercial  que oscilan entre los 2 y los 24 meses y puedan ser pagados en cualquier momento, cuando la compañía lo considere necesario) 

Una diferencia importante entre estos tipos de préstamos es que los usos de corto plazo a diferencia de los usos  de largo plazo sí pueden ser financiado con fuentes que den condiciones de largo plazo, sin embargo, no es muy recomendable que se den este tipo de figuras.

Por un lado vas a tener el beneficio de “listo, yo necesito unos recursos de 6 meses, pero los voy a amortizar dentro de 36, entonces la cuota va a ser baja y eso es positivo porque el flujo de caja va a estar mucho más liviano para poder atender esta situación, pero no es necesariamente sano para la compañía, porque esos recursos que se requerían para el capital de trabajo se te van a hundir en la operación y si la compañía no es lo suficientemente exigente  y no es juiciosa o por X o Y motivo entra en un período no muy bueno de rentabilidad, pues va a tener un pasivo o una obligación grande con un dinero que ya fue utilizado.

Esto, además, no ayuda a entender que las obligaciones financieras no pueden ser tratadas como historias sin fin, pues tienen unos términos y las empresas deberían tener la capacidad de entrar en esas obligaciones y cerrarlas cuando tengan la capacidad de hacerlo. Ahora, tener obligaciones o fuentes de financiación diferentes a los accionistas siempre va a ser positivo para la empresa, desde que no se afecte la estructura óptima de capital.

En conclusión un buen  manejo de la financiación le permitirá a tu empresa disminuir el costo de capital de los accionistas y financiar procesos de expansión, así que evalúa cuál es la mejor opción para tu compañía, no lo hagas a la ligera.